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jueves, 7 de diciembre de 2017

~Leyenda de las Personas Completas~


Fue antaño cuando las personas caminaban solas por las calles.
Una época en que cada una de ellas era un ser completo, único. En un solo individuo se podían percibir amor correspondido, seguridad férrea en ellos mismos y una confianza y felicidad incorruptibles. 

Eran seres perfectos para con ellos mismos, únicos e inigualables y el mundo estaba poblado enteramente de estos seres, estas… personas completas.

Lo podían todo, eran imparables con lo que se proponían y jamás se decaían, pues ellos mismos se proporcionaban el aliento y el apoyo necesario para no amedrentarse nunca en alcanzar las metas que se les presentaba en el camino que escogiesen en la vida.

Pero llegó el fatídico día en que una de estas personas completas llegó demasiado lejos en sus expectativas debido a su humanidad, se sentía tan poderoso que se atrevió a llamarse a si mismo Dios, lo cual de manera irremediable acabó ofendiendo a los verdaderos dioses que los habían creado.

Para darles una lección de humildad y que no olvidaran tal blasfemia cometida, decidieron castigarlos separando sus almas completas en dos mitades idénticas, naciendo de cada parte un ser completamente nuevo e incompleto, condenado a sentirse sólo, vacío sin su otra parte de alma con la que una vez fue un único ser completo.

Tan severo fue su castigo que el mundo partió el cielo en dos, creando a su vez al alba y al anochecer, como si de una manifestación metafórica de lo que ocurrió con los humanos completos se tratase.

El mundo desde entonces está maldito, las personas ahora incompletas, vagan por la tierra perdidos, desorientados buscan su otra mitad, sus propias almas que una vez tuvieron dentro de sí mismos y volver así a sentirse completos, poderosos e invencibles. Pero esa búsqueda es peligrosa, ya que pocos logran ese objetivo arriesgándose a juntarse con otra alma que no se corresponda con las suyas, quedando incompletas y vacías por el resto de sus vidas, o lo que es peor, llegar a encontrarla y que sean sus propias almas gemelas las que les rechacen.

Solo queda la esperanza humana de que algún día volvamos a caminar solos por las calles….



Mauricio Folk.

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